Imagínese que cada mañana, en el ascensor y
desde hace 20 años, se encuentra con su vecino y le cuenta una y otra vez la
misma historia. No cambia nada: el mismo argumento, los mismos protagonistas,
el mismo desenlace... el vecino sólo cambia algunos detalles porque siempre ha
considerado que usted es un poco tonto, y sale del ascensor convencido que
usted ha vuelto a creer en su historia inédita.
Una vez en la calle, se encuentra con el
tendero de la esquina. Él también le cuenta desde hace muchos años el mismo
cuento. Se lo explica como si fuera la primera vez que lo dice, adulandóle como
si usted fuera su cliente preferido, e intentando convencerle para que una vez
acabada su jornada laboral, se pase a comprar por su tienda (por supuesto, la
mejor del barrio).
En su oficina la jefa le recibe día tras día
con la misma cantinela, y hablan de los mismos temas de siempre. Ella se
esfuerza en explicárselo todo como si fuera la primera vez que lo hace, y usted
piensa: ¿me está tomando el pelo, o realmente no sabe que me lleva explicando
lo mismo desde hace 10 años?
Seguramente, ante
una situación así usted acabaría angustiado, cansado, agotado; estaría harto de
oir siempre las mismas voces que le cuentan lo mismo una y otra vez; los
tiempos pasan, la sociedad cambia, y ellos siguen estancados en el pasado, y
sin cumplir nada de lo que en sus historias prometen. Su vida sería monótona,
triste, aburrida, y no le llevaría a ninguna parte, condenado a repetir una y
otra vez el mismo trayecto y la misma rutina de historias incumplidas.
Usted refleja a la sociedad catalana; su
vecino, su tendero y su jefa, a los partidos políticos catalanes.
Las elecciones catalanas del próximo 28 de
noviembre deben suponer un punto de inflexión en la vida política de nuestro
país. La sociedad está cansada del sistema de partidos tradicional; cansada de
las mismas caras, los mismos proyectos, la misma falta de ideas que no
solucionan los problemas de la vida diaria, y de los políticos que no son
capaces de adaptarse a los cambios de la sociedad. La línea cada vez más difusa
que une a los políticos con los ciudadanos está a punto de romperse, si es que
por algunos lados no está rota ya. Existe un hastío generalizado, una desazón
con la clase política, un distanciamiento con las administraciones públicas que
suponen un grave peligro para el sistema democrático. Y cuando a esta lejanía
se le unen los casos cada vez más abundantes de corrupción política, el
hartazgo de los ciudadanos llega hasta tal punto que las consecuencias para la
democracia pueden llegar a ser nefastas.
Cuando los políticos no representan a los
ciudadanos, surgen dos problemas: el abstencionismo, y la aparición de partidos
populistas de derechas que aglutinan el voto de los desencantados a base de
promesas demagógicas, falsas y exentas de cualquier tipo de ética.
Desde los partidos minoritarios, ninguneados
por la clase política, ocultados por la prensa y desconocidos para la mayor
parte de la población (como consecuencia directa de los dos primeros hechos),
hemos de luchar, con los escasos mecanismos que tenemos a nuestro alcance, para
hacer oír nuestra voz y clamar a voz en grito que todavía existen ciudadanos
con ideales auténticos que se unen con el único afán de construir una sociedad
mejor, personas desvinculadas de la falta de honestidad pública, que todavía se
estremecen ante las injusticias y ante la falta de pudor de algunos
aprovechados que dedican su vida a lucrarse a costa de los demás.
El Partit Republicà d'Esquerra (PRE-IR)
constituye un partido minoritario, si bien tiene con una fuerte
trayectoria política, de gobierno y de defensa de los valores democráticos
de la sociedad que no ha devaluado sus ideales ni su proyecto con el paso del
tiempo.
Resulta necesario
conseguir una forma honesta de hacer política, proclamar una República libre de
las mentiras y las hipotecas de una transición robada, donde la palabra
democracia se demuestre mediante la participación política activa de la ciudadanía.
Ha llegado la hora
de superar a los partidos tradicionales. Ha llegado el momento de sentar en el
hemiciclo a personas diferentes a los de siempre; sólo así se acabará con la
misma cantinela, la misma historia de tantas veces, con las excusas,
incumplimientos y falsedades que llevan a los finales ya previstos. Ha llegado
la hora de decirle a su vecino, a su tendero y a su jefa que usted no es tonto,
sólo educado, pero que todo tiene un límite y que ya está cansado de escuchar
siempre lo mismo; que usted tiene unos proyectos, unas ideas, una dignidad y se
merece un respeto que no están teniendo con uno, ha llegado la hora de que
usted inicie un cambio, y ése cambio es lo que representa el Partit
Republicà d'Esquerra.
Laura Martínez
1 comentario:
Me ha gustado este artículo porque describe con gracia la situación actual de deshonestidad, corrupción y distanciamiento de la política de los ciudadanos, pero hecho en falta ideas concretas,más allá de la genérica "participación política activa de los ciudadanos", que cualquiera de esos partidos puede suscribir sin rubor, para corregir esta lamentable situación.Creo que lo que genera todos estos males en todos los partidos es lo mismo: la perpetuación en el poder de los políticos , por lo que creo que hay que limitares su poder a un mandato e impedirles su reelección. Este creo que es el espíritu republicano.
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