miércoles, 15 de junio de 2011

Bríos e ímpetu de la indignación


Desde hace algo más de un mes se habla, y mucho, de Democracia Real Ya, un heterogéneo movimiento ciudadano con gentes de todas las edades y de muchas tendencias, que se ha aglutinado en torno a una serie de reclamaciones que ponen en entredicho el sistema político y económico vigente.
Mayor profundización de la democracia, tocada por la falta de transparencia y las limitaciones estructurales del modelo actual; reclamaciones que se dirigen directamente contra una clase política condescendiente de sus propias mezquindades  y atrincherada en sus privilegios, una clase política que entre la mediocridad, la incapacidad de buscar el interés común más allá de las necesidades de la élite económica o de la táctica partidista,  y sus impunes y contínuas corruptelas, ha conseguido agotar la paciencia de una mayoría social que ya los identifica como una parte de los problemas y no de las soluciones. Y también reclamaciones que no piden, exigen, sin medias tintas y de forma inequívoca y contundente, que la salida de la crisis no pase por arrasar con lo que queda del estado del bienestar, ya maltrecho entre recortes y reformas laborales, y que los culpables de la misma (con los banqueros al frente), paguen el daño causado y no que, como hasta ahora, se sirvan de las ayudas recibidas para chantajear y saquear al estado.
Este movimiento, que tiene sus orígenes en iniciativas surgidas de internet que desembocaron en las movilizaciones del 15 de mayo, encontró su continuación en las acampadas que se extendieron como la pólvora por todos los rincones de la geografía española, sin banderas y sin más arma que la resistencia, pacífica pero inquebrantable, para ejercer sus protestas. Éstas no hicieron más que crecer cuando se intentó reprimir el movimiento, despertando una respuesta fraternal de solidaridad con los agredidos que dio firmeza al colectivo de los indignados, que fueron refinando los puntos de partida del movimiento, de forma asamblearia en cada municipio, para dar definición y contenido a las propuestas iniciales.
Poco tiempo tardó el movimiento del 15M en tener eco internacional, recibiendo apoyos desde multitud de rincones del mundo. En varias ciudades europeas y del resto del mundo, españoles residentes en el extranjero y personas que se solidarizaron con la causa contribuyeron a extender el movimiento.
Ahora, las protestas están evolucionando en su articulación, viéndose el desmantelamiento de las acampadas permanentes, sin que esto signifique ni mucho menos que los indignados se marchen a sus casas. Aún queda mucho por lograr como para detenerse, y sigue habiendo motivos, vaya que sí.
Ayer, el congreso de los diputados rechazó, por enésima vez, la dación en pago de la vivienda, medida que beneficia exclusivamente al sector bancario, y sus señorías rechazaron publicar la lista de grandes evasores envueltos en el escándalo de fraude fiscal en Suiza. Durante la mañana de hoy el Parlament decidía sobre la ley omnibús, artificio jurídico destinado a destrozar varias decenas de leyes de una tacada, se pretendía votar hoy mismo, para evitar incómodos debates públicos sobre la conveniencia y ecuanimidad de las medidas, y de paso aligerar el peso de las arcas públicas reduciendo el gasto en sanidad y educación, algo que se trata como un capricho prescindible desde el govern catalán. Bueno, o depende con quién, siempre están dispuestos a hacer alguna excepción. Estos recortes han provocado que hoy miles de ciudadanos tengan a bien rodear el Parlament, dándose la paradoja de que el pueblo envuelve al centro donde se reúnen aquellos que dicen representarles, a modo de confrontación ideológica, más allá de lo dialéctico. Finalmente y dada la presión existente, se ha decidido dejar la votación para otro día.
 Estos hechos, que ocurren el día que se cumplen 34 años de las primeras elecciones generales, unas elecciones a las que Izquierda Republicana tuvo prohibido concurrir por su condición de partido que cuestionaba la monarquía, algo que el régimen postfranquista no podía tolerar, contextualizan las protestas en este de sucedáneo de democracia en el que vivimos.
Y el próximo domingo 19 estamos todos convocados a manifestarnos.
Dado que cualquiera diría que a nuestros ilustres apoltronados no se les han ocurrido cuestiones como reformar la ley electoral para mejorar la representatividad, ni hacer una ley de transparencia que lleva años durmiendo el sueño de los justos en algún cajón, como tampoco meter en cintura a bancos y especuladores, así como siguen evitando recuperar el impuesto de patrimonio, o se niegan a pasar las principales medidas y cuestiones de calado de los últimos años por un referéndum, previsto que viene recogido en la constitución vigente, para ver qué opinamos todos de las leyes que ellos dictan; por todo ello, a juicio de un servidor, sobran motivos para acudir a la cita del próximo domingo.
Los militantes y simpatizantes del Partit Republicà d’Esquerra (PRE) no hemos podido evitar sentir complicidad con las reclamaciones expresadas por el colectivo de indignados. Los paralelismos entre las reivindicaciones que se realizan desde Democracia Real Ya y las que nosotros incorporamos a nuestros programas y códigos éticos; la toma de decisiones a través de procesos asamblearios donde todas las opiniones cuentan, la convicción compartida de la insostenibilidad del sistema actual así como la necesidad de un cambio urgente en el funcionamiento de la sociedad, y los métodos pacíficos de denuncia y resistencia que se emplean para ello nos han reafirmado a muchos de nosotros en cuanto a la necesidad de implicarnos y colaborar con el movimiento en la medida que nos fuera posible, en nuestra condición de ciudadanos.
Aportamos cada uno nuestro granito de arena, para conseguir una meta cuyo alcance está más allá de una cuestión partidista, sino que es del orden de conseguir el bien común para el progreso de la sociedad.

Luis Iglesias Pérez es secretario de comunicación del PRE
http://ir-pre.es

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