El PSOE ha sido desde la Transición uno de
los partidos que ha copado buena parte de las instituciones del estado, y de sus
filas han salido dos presidentes de gobierno de España. Un partido que, con un
discurso de ampliación de las libertades individuales y de mejora del acceso a
los servicios públicos, junto con el apoyo de poderosos grupos mediáticos, ha mantenido
en el tiempo una potente base electoral. Curiosamente, la línea económica del
partido, que históricamente fue marxista, pasó a la socialdemocracia durante la
Transición, para ir desdibujándose en pragmatismo económico al compás de lo que
marcaban los cantos de sirena del mercado, la banca, la Unión Europea y la
globalización, pero manteniendo la pátina de partido de izquierdas que las necesidades del marketing electoral
imponían como obligatoria para conservar a sus tradicionales votantes.
Esto
posibilitaba espectáculos como que, en sus reuniones colectivas, las juventudes
idealistas del partido entonasen puño en alto La Internacional codo a codo con los dirigentes que crearon las
ETT’s, entre otras incongruencias que muchos que nos
consideramos de izquierdas preferíamos observar desde la distancia, antes que
involucrarnos en una organización como la que veíamos. No se perdía ocasión de acusarnos
de ”dividir a la izquierda” a todos los discrepantes con el credo único que
ofrecía el PSOE.
La era ZP
José Luis Rodríguez Zapatero, PSOE |
El último miembro del PSOE aupado a
presidente del gobierno, el señor Zapatero, no ha sido ajeno a estas praxis.
Llegó al gobierno en el 2004 subido a la ola de la oposición social contra el
PP, su conservadurismo social y su libertinaje económico tras dominar con mayoría
absoluta. Zapatero realizó durante su primera legislatura alguna de las
demandas más vivamente reclamadas en las manifestaciones de los años anteriores
(salida de las tropas de Irak, freno a la LOE, paralización del Plan
Hidrológico Nacional, etc).
Durante estos primeros años de Zapatero, la
banca española se encontraba suficientemente entretenida haciendo pingües
negocios en el sector de la construcción, jaleado por leyes provenientes de los gobiernos de Aznar, pero se prefirió
no tocarlas en lo esencial para no perjudicar un modelo económico basado
fuertemente en el ladrillo y que el PSOE asumió alegremente sin apenas
pestañear. No se realizó una apuesta consistente por un cambio de modelo en los
años en los que había recursos para poder hacerlo.
El ritmo de construcción de viviendas en
España se había desbocado hasta provocar el disparate de que España edificaba más que Italia,
Francia y Alemania juntas. Esto fue de la mano de una escalada
espectacular de la especulación, que ponía el precio de la vivienda fuera del
alcance del asalariado común local, que se veía obligado a recurrir a la banca
para, endeudándose hasta más allá de la jubilación, poder tener vivienda
propia. También fue un momento de hacer negocios extravagantes y que no se
entendían, como que el Banco de España vendió un tercio de sus reservas de oro
en un movimiento que no se entendió muy bien en su momento.
Pero durante la segunda legislatura de
Zapatero se gestaba a nivel global una fuerte crisis cíclica del capitalismo, y
el modelo de crecimiento de España iba a conseguir amplificar aún más los
efectos de la crisis. Primero el gobierno optó por ignorarla, como si así
dejara de existir, se optó por anular el Impuesto de Patrimonio
y por regalar dinero a los bancos
a cambio de nada, sin entrar a formar parte de sus direcciones, ni exigir
moderación en las nóminas de sus ejecutivos, ni en la distribución del crédito,
y los bancos aprovecharon esto. Fueron los meses de la “desaceleración”, y las
cajas de ahorros más débiles empezaban a caer mientras se forzaba el
agrupamiento de las otras, pero sin consecuencias para aquellos que las habían
hundido. La nefasta gestión de estos momentos amplificaría aún más el efecto
destructivo de la recesión. También se comenzaba a resquebrajar la imagen del
talante de Zapatero: Iñaki Gabilondo le acusaba de mentir a
la ciudadanía por el escándalo de los vuelos secretos de la CIA.
El golpe de la banca
Alfredo Sáenz, Banco Santander |
La crisis acabó llegando con absoluta dureza:
el milagro económico del ladrillo quebró estrepitosamente, se paralizó la
construcción en seco, el consumo se derrumbó y el número de parados comenzó su
escalada rumbo al infinito. Y el equipo político del PSOE fue dando tumbos
durante meses, a golpe de improvisaciones y ocurrencias, hasta que en mayo 2010
la banca y la UE deciden dar un golpe de efecto y comienzan a dirigir y dictar
directamente la política económica al gobierno del PSOE, sin procurar esconder
las formas ni los efectos: ahora es la banca la que dicta cómo se debe gobernar,
imponiendo la fórmula de contraer el gasto en vez de preocuparse por recaudar
más. Y esto es algo que la oligarquía financiera puede permitirse hacer
impunemente por la falta de autonomía del partido y su completa sumisión a los
intereses de los bancos, algo que el PSOE arrastra desde hace décadas.
La reacción de los bancos fue tan aplastante
y tan directa que destrozó la imagen del partido político, para dejarlo como lo
que se ha demostrado con sus hechos, una herramienta más de la élite financiera
para realizar su proyecto económico neoliberal.
Evolución del precio del oro 2007-2011. http://goldprice.org |
Es tal la situación que un análisis del
contexto actual y de la evolución de los hechos no deja lugar a dudas de cómo
se guía el PSOE en temas que afecten a los intereses de los mercados
financieros. Por ejemplo, El precio del oro que se vendió en 2007 a unos 700 dólares
por onza, para “mejorar la rentabilidad de los
activos”, hoy se compraría a unos 1750 dólares por onza, un 150% más; el ministro responsable de
esta venta, el señor Solbes, está a nómina de la banca.
Otra demostración flagrante de hipocresía fue
que en el 2004 Zapatero prometía la aprobación de una Ley de Transparencia,
para mejorar el control del dinero de las administraciones y evitar la
corrupción en las instituciones públicas. Fue
una lástima que no la consiguiera sacar adelante por falta de tiempo.
Volvió a prometer lo mismo en el 2008 y también adujo que no daba tiempo para
algo así, si bien sí encontró un momento para introducirnos una reforma constitucional cocinada con premeditación
y alevosía, reforma que dice –textualmente– que antes de pagar a funcionarios y
pensionistas, se debe de pagar a los bancos los intereses de su deuda, y si no
quedara dinero para partidas como sanidad o educación, eso no es problema del
estado.
En estas últimas elecciones, uno ya ni pregunta
si se proponía una Ley de Transparencia, no sea que te vuelvan a intentar
vender la moto. Más aún cuando el candidato del PSOE ha sido un miembro de los
gobiernos de Zapatero que se ha dedicado a lanzar propuestas de control a la
banca que ni se han planteado realizar en estas dos legislaturas, a una altura
a la cual ya nadie confía en que fuesen a hacer nada de lo que dicen.
En un último gesto de soberbia, con unas
elecciones ya pasadas y la mayoría absoluta del PP bien afianzada, el señor
Botín ha obtenido del gobierno saliente nada menos que el indulto a un banquero de los suyos
que había sido sentenciado por el Tribunal Supremo, después de ralentizar su
causa judicial más de tres lustros. Y ante esto, el portavoz del gobierno, imputado por corrupción,
ha optado por despachar el asunto con “los indultos es que el gobierno no los
comenta”. Quizá espera que si a él también le hace falta un indulto,
nadie tenga que dar muchas cuentas de por qué se merece esa medida de gracia.
Ante el presente y el futuro que se avecina
El eslogan de la última campaña de Zapatero
–la de 2008– era “motivos para creer”.
La pregunta, en base a los hechos, que cabe entonces es, ¿Cabe todavía creer en
el PSOE como instrumento al servicio de la sociedad para lograr justicia
social? Como esta cuestión, se vienen a la cabeza otras como ¿tiene sentido
apostar aún por el PSOE para alcanzar un sistema económico equilibrado que no
esté al servicio de una casta? ¿Hay motivos realistas para pensar que la
dirección de PSOE vaya a ser capaz de cortar los lazos que le unen
estrechamente con el poder del capital?
La única respuesta realista a estas preguntas
es no, un no rotundo, un no inequívoco que
no juegue a dar esperanzas vanas a los ciudadanos en este partido, pues
esta esperanza sería el peor de los males que solo conseguiría prolongar el
tormento de la sociedad.
Ante este panorama, la única salida para aquellas
bases socialistas que sigan ilusionadas con crear un proyecto de izquierdas y
que articule una alternativa económica real, pasa necesariamente por abandonar
la estructura del PSOE, una estructura corrompida e inutilizada para un
proyecto de cambio, y articular una alternativa coherente y que pueda hacer
frente a esta situación actual de bancocracia salvaje. Ahí no tengo duda de que
será donde nos encontraremos.
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