El anuncio de recortes en el gasto
público efectuado ayer por parte del Presidente del Gobierno viene a suponer la
confirmación de la victoria absoluta de las tesis neoliberales en nuestro país
apoyándose en las instituciones financieras internacionales (como el FMI y los
mercados de deuda) así como en los mensajes enviados desde la Unión Europea. Es
evidente que el gobierno español ha cedido de forma irresponsable y se ha
sumado al carro de los que cargan el peso de la crisis en los sectores más
débiles de la sociedad mientras que los beneficiarios de las sucesivas burbujas
permanecen a salvo de cualquier inquietud.
Injusto
es el recorte de los salarios de los empleados públicos en una media del 5%
cuando hasta hace sólo unos meses se nos decía que se mantendría su poder
adquisitivo y que ni siquiera se planteaba la congelación salarial. Hacen mal
algunos sectores sociales en alegrarse de este recorte puesto que se trata de
un medida ejemplificadora y muchos empresarios van a disponer de una referencia
en su negociación al ver el comportamiento del gobierno con sus empleados. Eso
por no hablar de los efectos que pueda tener esta disminución de ingresos de
muchas familias en el crecimiento económico y en la recaudación fiscal.
También
supone una grave injusticia el hecho de que la mayor parte de las pensiones de
nuestros mayores no vayan a ser actualizadas de acuerdo con el incremento del
IPC. Se trata de un sector con graves dificultades económicas debido a que la
mayor parte de las pensiones son de cuantías ínfimas teniendo que soportar
estrecheces para llegar a fin de mes.
Injusto
es que se retire tras escasos años de aplicación el llamado “cheque-bebé”, una
de las pocas medidas, ya de por si bastante insuficiente, de ayuda a las
familias. Su implantación de modo lineal, otorgando la misma ayuda sin atender
a los ingresos ya fue errónea pero el gobierno vuelve a equivocarse en su
eliminación para todas las madres.
Finalmente,
se remata la injusticia haciendo recaer los recortes del gasto público en los
beneficiarios de la Ley de la Dependencia, aun insuficientemente implantada.
El
gobierno socialista ha optado por las recetas más fáciles servidas por las
cocinas del neoliberalismo. Todo para “tranquilizar” a unos mercados cuya voracidad
es insaciable, lo que supone que los recortes muy probablemente no se quedarán
ahí. Es fácil que próximamente volvamos a escuchar amenazas respecto a las
pensiones y que se articule una reforma laboral gravemente perjudicial para los
intereses de los trabajadores.
Nada
se ha concretado con respecto a la posibilidad de elevar los ingresos de las
arcas públicas mediante una persecución decidida del elevado fraude fiscal, la
elevación de los tramos del IRPF de las rentas más altas, la recuperación del
Impuesto sobre el Patrimonio,… entre otras posibles medidas. Parece que nos
quiere molestar a las grandes empresas y fortunas que con crisis o sin ella
siguen mostrando cuantiosos beneficios.
Llama
la atención el contraste entre la generosidad del gobierno con bancos y cajas
cuando estos se vieron apurados por sus pésimas decisiones inversoras hace
escasos meses con el rigor que se aplica a una gran parte de los ciudadanos que
no tuvieron ninguna culpa de la incubación de la actual crisis.
Por
otra parte, parece claro que en lo que respecta a las políticas económicas, los
españoles no somos soberanos a la hora de tomar decisiones. Los mandatarios de
la UE, EEUU y las instituciones financieras internacionales son las que marcan
su particular modo de que salgamos de la crisis. Ni nuestro gobierno ni el
parlamento, fruto de la voluntad popular, parecen tener margen de maniobra. Los
ciudadanos debemos cuestionarnos si lo que vivimos en España es una democracia
real o virtual. Nuestro gobierno no puede ser el títere de intereses
particulares de grandes empresas, fondos de inversiones, bancos,…
Reiteramos
desde Izquierda Republicana la necesidad de buscar un nuevo modelo económico y
social alternativo que supere el actual sistema capitalista. Esta no es una
crisis más. Revela las graves carencias del capitalismo para responder a las
demandas de la sociedad. Sus recetas van en el camino de empobrecer a la gran
mayoría de los ciudadanos y abrir un abismo social cuyas repercusiones pueden
ser muy graves.
Asimismo
queremos insistir en que las decisiones sobre políticas económicas no pueden
quedar en manos de organismos e instituciones no elegidos por los ciudadanos y
cuya presunta independencia es bastante cuestionable a la luz de su actuación
en esta crisis.
Ramón García Hernández
Comisión de Economía y Mundo Laboral
Izquierda Republicana
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